Los saltadores son unos asientos de lona con cuerdas elásticas que se fijan en los marcos de las puertas. Lo divertido del saltador es que el bebé llega con los pies al suelo y puede dar saltitos lo que le proporciona un ejercicio perfecto para que aprenda a moverse por sí mismo. El bebé encuentra muy divertido este asiento de lona ya que les entretiene el vaivén de este columpio y saltar con rapidez.
Existen algunos rumores de que los saltadores no son buenos para el bebé ya que si lo fueran, los pediatras los recomendarían. Sin embargo, tampoco los prohiben ya que no los consideran de riesgo siempre que se usen con moderación y con todas las precauciones y garantías de seguridad. Son útiles siempre que no se usen más de 15 minutos al día y el bebé no dé muestras de andar de puntillas.
Hay algún que otro caso de bebés que se han golpeado la cabeza con la puerta, con un mueble o que la cinta del saltador se ha roto. Por ello hay que utilizarlo con precaución. Cuando el bebé comience a andar por sí sólo es el momento de dejar el saltador. Aunque nuestro niño esté muy contento, en el saltador puede estar frustrado o cansado, al no poder abandonar el sitio donde está supendido.
No debemos obligar a que nuestro hijo se monte al saltador ya que no a todos le gustan las mismas cosas. Hay que destacar que el pequeño desarrolla mejor su psicomotricidad cuando se le permite libertad de movimientos. Los saltadores proporcionan patrones de movimientos como andar de puntillas o rápidos movimientos incontrolables que no son útiles en el desarollo normal.
Imagen: imaginarium