Cuando aprieta el calor puedes dejar que chapotee sin miedo a que se resfríe. Se lo pasará en grande y aprenderá un montón. Los juegos de agua logran una experiencia que encantan a todos los niños y más en verano.
Los bebés disfrutan sumergiendo sus brazos en un barreño lleno de agua. Cuando crecen un poco más, tocar los finos chorros que salen de una regadera o ver cómo flotan las hojas les intriga y divierte. Pero convertirse en un investigador del medio que le rodea tiene otros premios.
Ten presente que:
- Agudiza sus sentidos. Con estas actividades los usa casi todos, el tacto, el oído, la vista… incluso el gusto.
- Redobla su curiosidad. Cuanto más descubre, más quiere saber. Esta actitud es vital, el motor de su aprendizaje.
- Gana en capacidad de observación. Se fija en todo: cuánto tarda en hundirse una brizna de hierba, cómo deja de salir el agua si tapa el orificio con su dedo. Aumenta su capacidad de relacionar causa y efecto, y de deducción.
- Supera miedos. Gana confianza ante un medio que a veces le asusta. Jugando con agua quizás tenga menos miedo a sumergirse en ella.
- Expresa sensaciones. Si está fría, grita o tirita. Si le mojas por sorpresa, muestra excitación, alegría. En general, siente que hace algo que normalmente no está permitido… y la transgresión le entusiasma.