Más información sobre los cólicos

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Sin duda es el trastorno que más altera a los padres. El llanto de los niños se ha desarrollado durante siglos con el firme propósito de poner a prueba los nervios de los padres. Pues, bien, el llanto del bebé que sufre cólicos, junto al de la otitis, es uno de los más irritantes y persistentes. Puede ser una experiencia agotadora y convertirse en una auténtica tortura.Los cólicos son inconfundibles.

Empiezan en las tres primeras semanas de vida del bebé y cesan por sí solos a los tres o cuatro meses. El bebé comienza a llorar a última hora de la tarde, como si estuviera cansado y nada pudiera confortarle. Llora de forma estridente, con un tono más agudo que el habitual, se le congestiona el rostro, hace muecas, se retuerce y flexiona agitadamente las piernas hacia el abdomen, para combatir el dolor.

Su llanto no es continuo. Se manifiesta cuando el bebé siente un movimiento intestinal como si fuera un retortijón. Su causa inmediata suele ser la acumulación de gases en el intestino. Las razones por las cuales ocurre esto, no están claras, algunos expertos consideran que los espasmos intestinales se producen debido a la inmadurez, por el estreñimiento o por una mala digestión de la lactosa (el azúcar presente en la leche), pues la lactosa sin digerir fermenta en el estómago y produce gases.

Otros expertos, coinciden en señalar que, en gran parte, estos cólicos pueden obedecen en muchos casos a la tensión ambiental y familiar. Por ello, se ha llegado a distinguir entre los cólicos “nerviosos” y los “digestivos”. En cualquier caso, si el niño está sano el cólico es un proceso temporal que, aunque puede ser desesperante, no reviste seriedad.

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