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Los niños que roncan pueden perder hasta 11 puntos de su coeficiente intelectual  y ver afectado su rendimiento escolar por el cansancio y los trastornos de comportamiento que sufren, según los especialistas.

Se estima que un 12% de los niños son roncadores y la mitad de ellos sufre de incontinencia urinaria cuando duermen. Además, estas apneas del sueño triplican el riesgo de padecer un trastorno de déficit de atención e hiperactividad.

Otras consecuencias serían: trastornos en la forma de la cara  -desarrollando “dientes de caballo”- incontinencia urinaria nocturna, cansancio diurno y bajo desarrollo de peso y altura, entre otras.

Sobre el último aspecto, los niños roncadores sudan y consumen más calorías de lo habitual por la noche, lo que produce una “disminución” de la fabricación de la hormona del crecimiento.

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