Aceptar la leche de vaca tras tantos meses de pecho o leche adaptada no es fácil. El sabor de tu leche es único, incluso cambiante según lo que has comido. El de la leche artificial es dulzón y característico, muy distinto al de la leche que los adultos tomamos habitualmente.
Los especialistas han determinado que a la edad de 12 a 24 meses los niños deberían tomar unos 500 cc de leche para asegurarse el calcio y fósforo que necesita para ir fortaleciendo su estructura ósea. De entrada, tomando una papilla de cereales por la mañana y un biberón o un vaso de leche por la noche tendría esas necesidades más que cubiertas. Pero no todos los niños son capaces de tomarlos.
Siempre hay una solución:
Si tu hijo no quiere ni probar la leche de vaca, intenta alguna de estas triquiñuelas:
• Prueba varias marcas: No todas las leches son iguales.
• Añádele un poco de azúcar: Endulzada le sabrá mejor.
• Espolvorea una cucharada de cereales: El sabor le recordará al de las papillas que tanto disfruta.
De todos modos, recuerda que en el mercado existen leches de crecimiento cuyo sabor es más parecido a la leche de continuación que a la que tomamos nosotros. La leche no es el único alimento que contiene calcio. Dejando a un lado los derivados lácteos como el queso o el yogur, también lo encontrarás en legumbres, sobre todo en los garbanzos y otros alimentos.
El calcio de origen animal se asemila mucho mejor que el de origen vegetal:
Por cada 100 gramos de alimentos:
Queso de vaca: 750mg.
Queso fresco tipo Burgos: 190mg
Leche de vaca: 124mg.
Yogur entero: 123mg.
Flan de huevo: 93mg.
Queso en porciones: 76mg.