Detectar problemas de audición en un recién nacido es complicado, sin embargo, los padres debemos estar atentos a ciertos signos que podrían indicarnos algunas anomalías. Cuando hablamos de hipoacusia, nos estamos refiriendo a la incapacidad total o parcial para oír sonidos en uno o ambos oídos. Según estudios, de 2 a 3 bebés de cada 1000 nacidos, tienen algún problema de hipoacusia al nacer, aunque este problema también se puede desarrollar en niños que tenían audición normal cuando nacieron. Dentro de la hipoacusia, nos podemos encontrar diferentes niveles que van desde leve hasta profunda. La hipoacusia profunda es la que se conoce como sordera, situación en la que el pequeño no oye nada, ya sea por uno o por los dos oídos.
Es importante saber que hay casos que son progresivos, es decir, que pueden empezar como un problema leve pero que pueden derivar en una hipoacusia profunda sino se detectan de forma rápida y se actúa sobre el problema.
¿Por qué se produce esta situación?
La mayoría de los casos de hipoacusias graves o profundas, están presentes al nacer, siendo el origen genético el problema principal. También se da el caso de que la hipoacusia puede aparecer debido a situaciones que han pasado durante el embarazo o al nacer. Aquí nos encontramos situaciones de nacimiento con peso muy bajo, infecciones como la meningitis o nacimientos con malformaciones, por citar algunos casos.
Los efectos de la sordera pueden afectar distintos niveles en los pequeños:
Aprendizaje
Escuchar mal afectará negativamente en la educación del pequeño. El niño podrá presentar desinterés por las actividades que incluyan música o memorización al no escuchar bien. De forma habitual, los niños con sordera terminan aislándose del resto ya que les cuesta aprender nuevos conceptos.
Lenguaje
Para comunicarse es fundamental conocer el idioma y los niños con sordera, tendrán un proceso de aprendizaje mucho más lento o incluso nunca llegarán a aprenderlo en el caso de hipoacusia profunda, claro está, sino se poner remedio a la situación.
Relaciones sociales
A los niños sordos les cuesta concentrarse y por ende no son capaces de sostener una conversación demasiado larga. Suelen ser niños que no se involucran en los juegos o en las reuniones grupales. Tienen a distraerse fácilmente.
Tratamiento de la hipoacusia profunda
Un tratamiento adecuado para combatir esta situación, conlleva una estimulación temprana del pequeño. Será necesario un tratamiento logopédico y audioprotésico para determinar sus necesidades.
En este sentido, los implantes cocleares se han convertido en una de las mejores opciones para combatir la pérdida de audición. Se trata de unos dispositivos electrónicos que sirven para que estas personas tengan una recepción de los sonidos. No restablece la audición normal, sino que proporciona al niño sordo una comprensión útil de los sonidos ambientales y le ayuda a comprender el habla, consiguiendo que puedan realizar sus actividades como el resto de los niños.
Estos dispositivos se encargan de estimular el nervio auditivo, evitando que este se atrofie aún más. Sin duda, es la mejor opción en los casos de hipoacusia profunda, donde otros dispositivos, como los audífonos no obtienen resultados.
El implante coclear consta de dos partes. Una parte externa que se coloca detrás de la oreja, mientras que una parte interna se ajusta debajo de la piel mediante una pequeña intervención quirúrgica. El dispositivo contiene un micrófono que se encarga de captar los sonidos. También dispone de un transmisor y un receptor, además de un estimulador, que recibe las señales procedentes del habla y que son transformadas en impulsos eléctricos que son enviados al nervio auditivo.
En el caso de que notéis problemas de audición en vuestro pequeño, acudir a vuestro pediatra para que lo evalúe y determine si se trata de algún problema transitorio o permanente. La rapidez en el diagnóstico resultará clave para el pequeño.