Una vez la mujer ha dado a luz, deberá realizarse un control médico-ginecológico con el fin de objetivar que todas las estructuras que han cambiado, y se han adaptado al proceso gestacional, regresen a su situación inical. A los 40 días después del parto suele realizarse la consulta al ginecólogo. Hay que tener en cuenta que dependiendo la clase de parto que hayamos tenido (natural o cesárea) iremos antes o después.
A los 15 días debes ir al médico si has dado a luz por cesarea, para revisar la cicatriz asi como la eventual causa que provocó la cesárea, como por ejemplo una diabetes, una hipertensión, etc. Mientras que si ha sido natural, como hemos mencionado anteriormente, se haría a los 40 días. En esta visita al médico se revisan los genitales externos. Se revisa la vagina. También se revisa el tono de la vagina, y el de los músculos del llamado suelo pélvico, el cérvix o cuello de la matriz para ver si ha vuelto a su estado previo. Por último, también se realiza un tacto vaginal para estudiar el tamano uterino con el fin de saber si ha realizado lo que se denomina la involución uterina, que haya vuelto a su situación inicial.
Las pruebas que suelen realizarse son las propias del control ginecológico, es decir, si no se ha realizado una citología dentro del año anterior, ese es un buen momento para hacerse, así como también todas aquellas pruebas que configuran el control del cáncer genital. Dependiendo si ha sido un embarazo de riesgo o no, se realizarán más pruebas o menos.
Durante el embarazo, la presencia del feto, dificulta el retorno venoso de la zona, y favorece la aparición de las hemorroides. Una vez finalizado el parto, el drenaje se favorece, y el paquete hemorroidal mejora, sin embargo, en ciertos caso, por motivos locales el problema puede persistir. Por ello, se recomienda comentar con el médico.