El nacimiento de un hijo supone, especialmente cuando se carece de experiencia, una sensación de inmensa alegría no exenta de una dosis de preocupación. Hay parejas que se pasan horas contemplando los movimientos del niño, sus gestos, actitudes, comportamiento y no saben cómo interpretarlos, lo que puede llevar a ocasionarles situaciones de angustia, especialmente si se trata de recién nacidos.
La Organización Mundial de la Salud, ha identificado un conjunto de siete síntomas que si se manifiestan en la primera semana de vida pueden ser expresión de enfermedad grave que requiere valoración por parte del pediatra:
• Rechazo del alimento
• Convulsiones
• Falta de respuesta a estímulos
• Movimientos respiratorios muy frecuentes (más de 60 por minuto).
• Retracción torácica.
• Temperatura mayor a 37,5° C
• Temperatura menor a 35,5° C.
Todos estos síntomas, aislados o combinados, en mayor o menor proporción suelen ser manifestaciones de:
• infección neonatal grave (sepsis o meningitis).
• trastornos neurológicos (hemorragia cerebral, hipoglucemia, errores innatos del metabolismo….)
• síndrome de distres respiratorios.
• Neumonía
• Malformaciones pulmonares, cardiopatías congénitas…
Quizás se podría haber añadido otro signo frecuente en el período neonatal como la ictericia (coloración amarillenta de la piel y de las mucosas). La presencia de ictericia en el recién nacido puede deberse a múltiples causas, unas benignas (inmadurez hepática, lactancia materna…..), otras como consecuencia de sepsis, infección urinaria, infecciones perinatales, entre otras causas.