Entre las dificultades que podemos enfrentar a medida que el niño crece está la llamada anorexia fisiológica, que puede manifestarse entre el año y los 3 años. Los padres detectan una disminución con respecto a la avidez con la que comía antes. Es común que los niños al año tengan menos apetito que cuando eran más pequeños.
Esto se debe a que la velocidad de crecimiento en el primer año de vida es mayor. Desde el año en adelante los requerimientos de energía son menores y tienen menos apetito. Lo importante es que se alimente sanamente, estableciendo pautas saludables, teniendo siempre en cuenta el gusto del niño que va formando su paladar.
En esta etapa, conviene no insistir con pautas de buena educación y permitir que coma solo. Esto favorecerá su desarrollo psicomotriz. Si el niño no desea comer, es mejor no insistir, porque el acto de alimentarse puede convertirse en una experiencia desagradable y se reafirmará su rechazo por el alimento.
Si una de las comidas ha sido escasa, no se debe sustituir por comidas rápidas; el niño no se desnutrirá, sino que en la próxima comida va a estar con más apetito, salvo que se altere su alimentación porque esté incubando enfermedades como: gripe, resfriado, diarrea. Dicha disminución puede durar de 3 a 7 días, para luego comenzar una etapa de regularización.