Uno de los pilares básicos del éxito de la lactancia es que el pecho se de «a demanda».
Esto implica lo siguiente:
• Sin horarios. Establecer horarios rígidos para que coma el bebé (por ejemplo, cada tres horas) es un error; debe ser alimentado cuando él lo pida, no debe seguirse ningún plan. Sólo de esta forma la madre produce la cantidad de leche que precisará su bebé.
• Sin contar las tomas. El bebé es el único que sabe sus necesidades, por lo que no hay que mirar al reloj al alimentarlo. No te preocupes si pide con frecuencia: ni su estómago precisa descansar ni le sentará mal ni te saldrán grietas. Sólo se recomienda contar el número de tomas si laganancia de peso no es la adecuada (debe ser como mínimo de 20 g al día), y en sus primeros 15-20 días de vida conviene que el recién nacido haga al menos 8 tomas cada 24 horas.
• Él marca la duración… La composición de la leche va variando a lo largo del día y de la toma. Al principio de ésta contiene más agua y proteínas y acaba siendo más rica en grasa. Si le marcas reglas del tipo «10 minutos en cada pecho» no le dejarás llegar a esa leche del final que es la que más le sacia y engorda (además, hay bebés que vacían el pecho en media hora, mientras que otros tardan 6 o 7 minutos). Hay que dejar que sea él quien se separe del pecho con signos de satisfacción (está relajado, tiene las manitas abiertas, no abre la boca si le ofreces el otro pecho…).
• Y decide si mama de uno o ambos pechos. Lo mejor es que el bebé elija si quiere mamar de un pecho o de los dos, procurando que vacíe bien uno antes de irse al otro, e iniciando la toma siguiente por el último. Eso no significa que se tire horas con el pecho en la boca; hablamos de que está mamando, no de que se ha dormido.
• ¿Despertarlo de noche? Si el bebé gana peso, no hay que despertarlo para mamar (a excepción de sus primeros días de vida). En el muy probable caso de que se despierte de madrugada para mamar, intenta que duerma pegadizo a ti para que tu sueño se interrumpa lo menos posible.
• Atender a sus señales. Si un bebé llora por hambre es que lleva mucho tiempo sintiendo el estómago vacío. Intenta ponerlo a mamar en cuanto te envíe estas señales: está más activo, se chupa las manitas, busca el pecho girando la cabecita, hace sonidos…