Cuando se produce de manera espontánea, uno de los momentos más impactantes del parto es ese en el que se rompe aguas. Te puede pasar en la calle, en el trabajo o en casa, pero cuando no está provocado, siempre te pilla por sorpresa. Aunque su impacto visual puede acrecentar el nerviosismo de los futuros padres, lo cierto es que no hay motivos para que te preocupes. Lo primero que debes saber es que tienes tiempo de sobra para darte una ducha y prepararlo todo para ir al hospital.
La sensación es como la de si te estuvieras haciendo pis encima sin poder controlarlo. Y este momento indica el inicio del parto.
Esta sustancia cumple la vital misión de proteger al niño de los impactos, así como de mantener la temperatura óptima. El saco amniótico se rompe por las contracciones o por el roce con la cabeza del pequeño y es entonces cuando el líquido sale al exterior. En ocasiones, la bolsa amniótica puede rasgarse, pero no romperse por completo. En estos casos, el líquido sale de manera progresiva y este hecho puede pasar inadvertido. Es importante que identifiques si rompes aguas o si expulsas el tapón mucoso, que son dos cosas distintas, aunque suelen suceder una detrás de la otra.
Lo más importante es mantener la calma. Tened en cuenta que después de romper aguas, pasará un buen rato (a veces, transcurren horas) hasta que comiencen los primeros indicios del alumbramiento. Tenéis tiempo de sobra para llegar al hospital. Un dato importantes es comprobar el color del líquido amniótico. Lo normal es que sea incoloro o tenga una tonalidad algo amarillenta.
Si tiene un tono verdosos es posible que el bebé haya expulsado el meconio (sustancia que recubre el intestino del niño) y éste se haya mezclado con el líquido amniótico. En este caso si debéis daros prisa y acudir a un centro sanitario con la mayor rapidez; ya que podría producirse el síndrome de aspiración del meconio. Aunque esta dolencia no es frecuente.
Volviendo a la rotura de la bolsa, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia recomienda que el parto no se dilate más de 24 horas desde el momento en el que la madre haya roto aguas, para minimizar los riesgos durante el alumbramiento porque el bebé se encuentre sin líquido amniótico.
Si has roto aguas…¡Enhorabuena. Comienza el parto. En tu vida ya nada volverá a ser igual!