Cada niño tiene su complexión: el objetivo no es que nuestros hijos estén delgados sino que coman de manera saludable. Eligiendo bien lo que les ofrecemos y respetando sus gustos, lo conseguiremos.
1. El niño obeso tiene menos esperanza de vida que el no obeso.
2. Aun en caso de obesidad diagnosticada correctamente por un profesional, no hay que restringir la energía de los menores de dos años.
3. Antes de tomar cualquier iniciativa conviene que los padres coman «sano».
4. En cada casa tiene que haber alimentos saludables. El niño escogerá qué come y cuánto come de lo que los adultos le ofrecen. Frutas frescas variadas, hortalizas, cereales integrales y legumbres deberían estar al alcance de su mano.
5. Un alimento insano es mucho más insano para un niño: que no coma en casa, o que no este en casa.
6 La lactancia materna previene la obesidad.
7. El peso de los lácteos en la dieta infantil empieza a ser desequilibrada, algo no recomendable. Conviene que sean desnatados a partir de los tres años -o a los dos en niños con obesidad diagnosticada-, y desterrar el biberón a partir del año.
8. Que el consumo de zumos sea, en su caso, esporádico. Aunque sean caseros.
9. Los niños deben tener oportunidades para jugar de forma activa, y debe limitarse el tiempo que dedican a ver la televisión o a los videojuegos.
10. Hay que rehuir las dietas milagro. Son un fraude.