Desde que el niño nace está con sus padres a diario y son, sus figuras de referencia. El bebé está acostumbrado a estar con sus padres y cuando lo dejan con los abuelos o los tíos, suelen llorar ya que los consideran extraños. Esto suele pasar en torno a los seis meses. Además, conforme va creciendo y los padres se incorporan al trabajo, el bebé debe ir a una guardería o quedarse con un canguro. Esto suele ser un hecho traumático para el niño que no quiere separarse de sus padres.
Los tres primeros meses son los más delicados, ya que los bebés establecen una fuerte relación con sus padres, especialmente con mamá. Ausentarse con frecuencia no es demasiado recomendable. Entre los cuatro y los seis meses la situación va cambiando. Si papá y mamá han vuelto al trabajo, el bebé tendrás más facilidad el adaptarse aunque le costará. Las despedidas con llantos y rabietas son habituales en los primeros años de vida de un niño. Muchos niños, cuando alcanzan la edad de 1 año aproximadamente, desarrollan ansiedad a separación y se sienten mal cuando sus padres intentan dejarlos con otras personas.
A veces, son los propios padres los que sufren más la separación que el propio niño. Sea como sea, debe entenderse que es ley de vida, algo por lo que todas las familias pasan. La separación debe hacerse paso a paso, con paciencia y con alegría y educaremos un niño independiente y con una alta autoestima. Disfrutad de la primera etapa del bebé, ya que es irrepetible.
Imagen: viajar con tu hijo