Alergias y catarros pueden aparecer en cualquier época del año. Es en otoño e invierno cuando más se confunden sus síntomas, pero también puede ocurrir en primavera, sobre todo si el mes de mayo se presenta con temperaturas bajas. Diferenciarlos es importante, porque el tratamiento de estas enfermedades es completamente distinto. Como suele suceder, ese catarro que parece que no se cura nunca nos hará sospechar al final de que es una alergia. Si ponemos atención, podremos identificar los signos y síntomas de cada uno de ellos.
Si en el proceso aparece fiebre, se trata de un catarro, ya que la alergia no produce nunca fiebre. Si los síntomas se presentan en determinadas circunstancias en lugar de homogéneamente a lo largo del día, casi seguro que podremos excluir el catarro, ya que estos síntomas nos remiten a una alergia. El picor intenso de garganta, oídos, nariz, ojos, también suele señalar directamente en dirección a la alergia, ya que de estar presente en el catarro suele ser leve. Si los síntomas aparecen en un niño de dos o tres años, podemos descartar la alergia, ya que como pronto suele aparecer a los cuatro o cinco años.
La tos de la alergia es más seca que la del resfriado. También es más persistente e irritativa, especialmente por las noches. En el resfriado, los estornudos son ruidosos y suelen aparecer aislados, uno o dos de vez en cuando. En la alergia aparecen con mayor frecuencia y suelen estornudar seis o siete veces seguidas. De todas maneras, hay que acudir al pediatra en cualquier caso ante la aparición de estos síntomas.