Panchos, hamburguesas, empanadas, pizzas y comidas congeladas
o casi listas forman parte de la alimentación habitual de la mayoría de los
niños. Al mediodía cuando no hay tiempo para cocinar o a la noche cuando están todos cansados parecen la mejor solución pero…¿a qué precio?
Estos alimentos se caracterizan por tener un elevado aporte de grasas saturadas y sal, dos nutrientes que juegan un papel clave en el desarrollo de sobrepeso, obesidad y alteraciones cardiovasculares; enfermedades que antes eran exclusivas de los adultos pero que en la actualidad se están empezando a manifestar en edades tempranas, como la adolescencia y hasta la niñez.
Además, suelen ser pobres en vitaminas y minerales fundamentales para el crecimiento y desarrollo adecuado de los niños. Por estas razones conviene reservar este tipo de comidas para situaciones especiales o para salir del paso en algún momento, en síntesis, que formen parte de la alimentación pero en forma esporádica.
Sin duda, sería bueno recuperar en parte la tradición de la comida en familia y que ésta sea casera ya que, si bien, lleva más tiempo y dedicación, vale la pena el esfuerzo para brindarle a nuestros hijos una alimentación que les ayude a crecer sanos.