Cualquier persona, al expresar sus sentimientos y emociones, lo que busca es comprensión. Pero muchas veces no reaccionamos de la forma más adecuada (sobre todo con los niños) y los «bombardeamos». Las emociones intensas, tanto positivas como negativas como la ira, los celos,…., transforman temporalmente la composición química de nuestro cuerpo. Por eso, es inútil que le digas a tu hijo que se calme cuando llora porque algo le ha disgustado. Sus oídos te escuchan, pero no sus glándulas.
Por lo tanto, para afrontar las rabietas, envidias, celos, o miedos infantiles,…. Corkille aconseja a los padres que manejen constructivamente los sentimientos negativos de su hijo a través de una comprensión «activa.
Tener presente ciertos aspectos:
- Presta atención a su lenguaje no verbal y no sólo a lo que te dice. Le comprenderás mejor.
- Muestra empatía por lo que te ha expresado. Él necesita pruebas de que le has escuchado «activamente», no mientras hacías otra cosa.
- No le fuerces a hacer lo que no quiere. Por ejemplo, no le pidas que sonría y se calme cuando se ha enfadado porque otro niño le ha quitado sus juguetes. Sólo lograrás que se frustre más y aumente la intensidad de ese sentimiento negativo.
- Analiza vuestra forma de comunicarse. Graba unas conversaciones con él. Fíjate quién habla más de los dos; cómo respondes a lo que te dice; si «frenas» sus sentimientos con juicios o si le haces saber que le comprendes