No se trata de presionar a los niños para que hagan amigos ni de elegirlos nosotros por ellos. Sólo podemos facilitarles las cosas, pero teniendo siempre en cuenta que son ellos quienes deben elegir con quién, cuándo y cómo les gusta hacerse de amiguitos.
Por ejemplo los amiguitos que se hacen en las vacaciones, son generalmente fugaces y duran eso, un verano. Pero independientemente de su duración y de sus características, son algo muy valiosos, ya que les abren a los niños una nueva ventana al mundo, enriquecen su percepción con otras perspectivas hasta entonces desconocidas, les permiten vivir experiencias distintas y los ayudan a progresar en el camino de su socialización.
Te ofrecemos una serie de ideas que te pueden ayudar:
• Si nos relacionamos con otros padres que tengan hijos de edades parecidas al nuestro, fomentaremos que surjan lazos de amistad entre los chicos. A veces el simple hecho de tener hijos pequeños es una buena excusa para iniciar una conversación. Si nosotros rompemos el hielo, a ellos les costará menos relacionarse.
• En las playas, clubes…, no es difícil que los chicos conozcan a otros de su edad. También podemos ir a las playas y zonas de juego que haya en el lugar de vacaciones. Como muchos sitios de verano son, además, zonas tranquilas, sin el agobio ni el tránsito de las grandes ciudades.
• Si el niño trae a algún vecinito a casa, aceptémoslo de buena manera, aunque implique algunas pequeñas incomodidades. Amaestrémonos, además, amables y comprensivos con estos nuevos amiguitos, porque ellos también se fijan en nosotros, y así estaremos ayudando a que nuestro hijo gane puntos y posibilidades.
• Si tenemos una cierta relación con otros padres con pequeños, podemos hacer una merienda con jugos y galletitas.