Partiendo de la premisa de que la gastroenteritis es una enfermedad infecto-contagiosa, deberemos de extremar la higiene al máximo. Algunas veces, el contagio suele producirse por contacto con las heces o el pañal del niño enfermo, pero otras muchas, tan solo basta con un contacto físico no tan cercano como creemos.
Muchos papás tienen la creencia de que si su hijo hace al día cuatro cacas, no tiene la menor importancia, pues: «habrá comido algo que le ha sentado mal» o, «ha comido legumbre, ya sabemos que esta comida suelta la tripa». Pues bien, hay que observar al niño y saber distinguir entre una pequeña irregularidad en sus deposiciones diarias y/o un posible contagio por gastroenteritis.
Los pequeños ya han comenzado el colegio y otros, la guardería. En este sentido, somos los máximos responsables para no hacer de esta «enfermedad contagiosa» una cadena de empeoramiento gástrico. Es por esto por lo que, si nuestro hijo tiene la sintomatología propia de padecer una gastroenteritis, no deberá acudir a la escuela o guardería. En muchas ocasiones es comprensible que no tengamos la suerte de contar con alguién que se pueda hacer cargo de nuestro hijo pero, en la medida de lo posible, si tenemos la oportunidad, deberemos dejarlo al cuidado de otras personas ajenas a la enseñanza. Sólo así, le aseguraremos una pronta mejoría y tendremos la certeza de que no será el desencadenante de unas cuantas bajas en su aula.
Nota: si un niño padece esta infección, todo aquel que esté a su alrededor también la padecerá. Y, en algunos casos, la duración y sintomatología en el niño, será más satisfactoria que en un adulto. Pues los niños tienen una mayor tolerancia a la recuperación.
Por otra parte, hay que pensar en el bienestar de los niños y tener presente que, si nosotros padeciendo un simple dolor de tripa no tenemos ganas de hacer una vida cotidiana regular, ellos tampoco. Mermaremos sus ganas de jugar, realizar actividades o relacionarse con sus iguales durante más tiempo, pues en casa, se beneficiarán de una pronta recuperación. Y no sólo por los cuidados y mimos que les podamos ofrecer, sino por que es muy importante tener presente que: «la escuela infantil es un foco continuo de infecciones y contagios».