Recordemos que la gastroenteritis es la inflamación del estómago e intestino, caracterizada sobre todo por la diarrea y los vómitos. Su causa la origina generalmente un virus (en los bebés el más frecuente es el rotavirus), pero también pueden provocarla algunas bacterias, concretamente la e.collie, la salmonella y la campylobacter.
Así pues, el tratamiento se centra, sobre todo, en prevenir la deshidratación. Es por ello por lo que, el bebé, debe reponer las pérdidas de agua y sales minerales con una solución rehidratante, generalmente de venta en farmacias. Se pueden encontrar en formatos como tetra-brik o sobres para suspensión oral. Estas composiciones además de agua, contienen las sustancias que el niño puede haber perdido (cloro, bicarbonato, potasio, sodio,…).
Conviene ofrecerle al niño líquido a demanda, pero en pequeñas cantidades. Pero, si aún así, tenemos la certeza de que el niño no retiene suficiente líquido, deberemos llevarle al médico o a urgencias por si necesitase una rehidratación por vía intravenosa.
Respecto a la alimentación, habrá que modificarla según las necesidades del niño, es decir, si toma pecho, se lo ofreceremos a demanda (tal y como hemos apuntado anteriormente con las soluciones salinas); si toma biberón, procuraremos darle una leche baja en lactosa para poder proteger y reestablecer la flora intestinal (recordemos que estas leches suelen ser más digestivas que las de uso común); y, si toma alimentos sólidos, procuraremos una alimentación basada en una dieta astringente (a base de pollo, arroz, pescado sin grasa, yogures, manzana, jamón de york y/o queso fresco).
Nota: es muy importante que el niño no se sienta forzado a comer.
Algunos pediatras desaconsejan la ingesta de medicamentos para cortar la diarrea y los vómitos ya que, los gérmenes se expulsan a través de las heces.