Los primeros años de vida son determinantes para el crecimiento sano de nuestros pequeños. En su desarrollo físico y motor, uno de los aspectos que mayor atención requiere es el calzado infantil. Su papel es determinante para la salud de los pies, una parte muy frágil del cuerpo, por lo que debemos elegir aquellos zapatos que se adecúen a las necesidades de cada etapa evolutiva. Contar con asesoría pediátrica, junto con una zapatería de confianza que garantice materiales y diseños de calidad, como Carrilé, es fundamental para proteger desde el principio a nuestros hijos.
¿Cuándo empezar a comprar calzado?
En la etapa de predeambulación, que abarca hasta los 12-18 meses de vida, cuando los bebés aún no han comenzado a andar pero exploran el entorno con sus pies, la principal función del calzado es proteger del frío, la humedad y los golpes. A partir de los dos años, cuando comienza a formarse el puente del pie y los pequeños comienzan a andar de forma irregular y poco equilibrio, tanto el calzado de niño como los zapatos de niña deben favorecer el buen desarrollo del sistema nervioso y músculo-esquelético. A partir de esa edad, el incremento de la actividad física aconseja un calzado que proteja frente a posibles lesiones.
¿Cómo elegir el zapato adecuado?
Tanto la “Guía práctica para padres desde el nacimiento hasta los 3 años”, publicada por la Asociación Española de Pediatría (AEP), como diversos expertos en podología, coinciden en señalar una serie de consejos básicos para elegir el mejor calzado.
- Libre articulación del tobillo: El zapato debe permitir que el bebé pueda subir y bajar el pie con facilidad al caminar, por lo que el contrafuerte del calzado debe llegar justo por encima del talón. Así, el tobillo podrá articularse con facilidad sin restar sujeción al pie.
- Suela flexible y antideslizante: A fin de garantizar que los pies de los bebés tengan libertad de movimiento para caminar, la suela del zapato debe ser maleable, de forma que seamos capaces de doblar con facilidad su parte delantera hacia arriba con la mano. Igualmente, es clave que esté fabricada con un material antideslizante, pero sin que su adherencia sea tan excesiva como para frenar al niño.
- Punta ancha y redondeada: Para que los dedos del bebé tenga el espacio necesario para moverse con facilidad y no estén presionados por la parte delantera del zapato, es importante que el calzado tenga una punta ancha y de forma redondeada.
- Talla adecuada: El calzado tiene que adaptarse a la forma del pie y no al revés. Nunca debemos comprar un número más grande del necesario con la idea de usarlo durante más tiempo pues, además de causar incomodidad a los bebés, perjudica su desarrollo. Para comprobar que estamos acertando con la talla, podemos presionar la punta del zapato y notar si los deditos rozan la parte superior, caso en el que estaríamos ante un número demasiado pequeño. Igualmente, si el talón se le sale o se desliza, debemos probarle otra talla.
- Materiales naturales: Es esencial fijarse en el tipo de material en el que está fabricado el calzado. Lo ideal es que sea lo más natural posibles, como piel o cuero, para permitir la transpiración de los pies. Igualmente, debemos comprobar que el forro no tenga costuras que puedan causarle rozaduras.