Cuando la mujer sabe que está embaraza una de las cuestiones que más le preocupa es la alimentación, ya que sin duda es un factor fundamental durante este periodo que influirá logicamente en el desarrollo del feto. Pero lo cierto es que existen muchas creencias que no son ciertas y que aparecen como si fueran leyendas urbanas, confundiendo a padres y madres sobre todo a los primerizos.
En líneas generales, la alimentación debe ser equilibrada, completa y variada. Asimismo deberá incrementar las proteínas, ciertas vitaminas como el ácido fólico y también minerales como el hierro, así como aumentar algunas calorías extra, para tener más energía. Sin duda, también habrá que tomar la cantidad adecuada de los diferentes grupos de alimentos (cereales, frutas y verduras, carnes y huevos, lácteos y azúcar y aceites)
Pero tras dar estas pinceladas sobre lo más importante a tener en cuenta, vamos a desenmascar algunos de esos mitos inciertos que confuden y desvirtúan la realidad:
- «Las embarazadas deben comer por dos»: es totalmente falso, ya que el bebé sólo necesita que su madre tome 300 calorías más por día, con ello será suficiente, ya que es importante controlar el peso de la embarazada y no debe superar las 2.500 calorias al día.
- «Hay que suprimir la sal de las comidas»: esto no es del todo cierto, ya que lo aconsejable es disminuir su consumo pero no eliminarlo, ya que la sal tiene sodio que es un mineral esencial para nuestro organismo.
- «La comida picante o de sabor fuerte afecta negativamente al bebé»: es falso también, lo único que debe considerar la embarazada es que si durante esos meses sufre de acidez deberá controlar la ingesta de estos alimentos.
- «Pasados los primeros meses puede tomar alcohol»: es totalmente falso y ni siquiera deberá hacerlo durante el periodo de lactancia.
- «Si no se satisface un antojo, el niño tendrá una mancha»: las manchas con las que nacen algunos bebés no tiene nada que ver con esto y son congénitas o se debe a una concentración mayor de melanina en esa zona.
- «Hay que suprimir todas las grasas»: es una verdad a medias, ya que lo importante será controlar su ingesta, teniendo especial cuidado con los embutidos o la bollería.