Hay ocasiones en los que un rezongo puede no surtir efecto o incluso ser perjudicial en la educación de los niños. Para no equivocarse, los padres deben tener en cuenta, que generalmente por las buenas se consiguen mas y mejor las cosas, que por las malas:
■ Evitar gritar o reprender, ya que es un modelo de queja poco recomendable. Lo mejor es hacer reflexionar al chico para que entienda lo que ha hecho.
■ Sólo cuando estemos seguros de que nuestro hijo es el culpable y lo admita, podremos estudiar las consecuencias y podemos reprenderlo o hacerle cumplir algo especial (arreglar su cuarto, colaborar en las tareas, hacer algún mandado…). Los castigos no sirven de nada, ya que, al final, el chico se acostumbra y busca una alternativa.
■ Si está enfermito, necesita los mimos y cuidados de sus padres y el reto no parece la mejor opción. Eso sí, es importante analizar el tema con él en el momento, porque si no, cuando se cure, ya no tendrá efecto: debe ser en el acto, aunque sin abrumarlo.
■ Nunca hay que reprenderlo delante de amigos, hermanos o familia. Siempre a solas. No es bueno hacerle pasar verguenza.
■ Siempre que sea posible, deben estar presentes el padre y la madre, para que compruebe que ambos están de acuerdo y que no tiene a nadie que lo defienda. Así se convencerá de que lo que ha hecho está realmente mal.