Barbarroja se ha despertado al atardecer, se ha desperezado y…
-¡Caramba! ¡No me duele! ¡Estoy curado! ¡Qué bien!
Bosteza y se duerme otra vez.
-Dentro de poco se despertará lleno de energía -dice alguien.
-Esperemos que no tenga demasiada -añade otro.
Pero llegada la noche, Barbarroja no se había despertado, y roncaba haciendo vibrar todos los cristales de la casa. Así pasó toda la noche y muchos no pudieron dormir por el ruido.
Por la mañana, todo el mundo comenzó a preocuparse.
-íGra, gra! Lo digo y lo repito. íGra! Gran Gigante duerme -dice Cuervo.
-¿Y si no se despierta más? -dicen las Hermanas Ratitas.
-Quizás hayamos equivocado la dosis de la inyección -dice Carraspi¬, que – y le hemos dado demasiado calmante.
-Sería una verdadera lástima -observó Cebollino-, porque nosotros le hemos curado el dolor de muelas y él a cambio nos habría ayudado en ciertos trabajos. Tan grande y gordo como es, en un día podría hacer el trabajo que nosotros hacemos en un mes.
-Mientras vosotros, doctores, buscáis el modo de despertarlo, nosotros prepararemos las herramientas con las que deberá trabajar.
Y entonces arrastraron a Barbarroja con grúa y poleas. Un trabajo agotador para los Gnomos. El gigante continuaba roncando bien sujeto entre dos árboles con la espalda apoyada en un entramado de cuerda muy resistente.
Y mientras carpinteros y herreros fabricaban una gigantesca pala, los Gnomos más sabios discutían sobre el modo de darle la energía necesaria para despertarlo.
Azafrán, el gnomo mago, ha mantenido una larga conversación y ha desarrollado en la pizarra la complicada fórmula de la energía: números, cálculos, multiplicaciones, raíces cuadradas, etcétera, y ha resuelto el problema para despertar al gigante.
-Sí, pero no podemos facilitarle los datos porque duerme.
-¡Éste es el problema!
Durante la discusión se oye una vocecita:
-¡Oh, no, Azafrán! ¡Yo tengo una fórmula más simple que estos complicados cálculos! -declara una abeja que se acerca a la pizarra y traza un simple dibujo.
-¡Fijaos! Un vasito de jalea real nos da suficiente energía para poder levantar ¡dos veces nuestro peso!
-¡Oh! ¿Qué es la jalea real? -pregunta alguien.
-Es la miel de la miel, es decir, la miel más dulce de todas las mieles… la más nutritiva del mundo.
-¿Y dónde la podemos encontrar?
-Preguntadle a la Abeja Reina, quizás ella nos de un poco.
¡La Abeja Reina! Gnomos y Animales callan confundidos.
No es fácil acercarse a la Abeja Reina. ¡No todos tienen tanto coraje! Es un poco caprichosa y puede ordenar a sus Abejas Guerreras que piquen a quien vaya a verla.
Lo discuten un poco. ¿Quién irá, pues? ¿El gnomo mago? ¿Cualquier otro gnomo? ¿Alguno de los Animales…? Finalmente se echa a suertes y le toca a Topo.
-¡Pero yo -protesta éste- no sé nada de abejas y de miel!
A pesar de las protestas, Topo se presenta ante la Abeja Reina que, por suerte aquel día, estaba de buen humor. Como ella era muy gorda, encontró simpático a Topo, que no era flaco, y los dos se pusieron a hablar de dietas para adelgazar. Por fin, la Abeja Reina accedió a su petición.
Llévate tanta jalea real como necesites para despertar al dormilón. Pero ten cuidado, porque si antes de tomarla era un gigante fuerte, después lo será el doble.
Extraído. «Cuentos del bosque»