La meningitis es una enfermedad infecciosa que produce una inflamación de las meninges, las membranas que envuelven el cerebro y la médula espinal.
Existen dos tipos:
1. la meningitis vital, provocada por distintos virus,
2. la meningitis bacteriana, generada por las bacterias haemophilus influenzae del tipo b o streptococcus pneumoniae (neumococo), meningococo y bacilo de la tuberculosis.
Los síntomas de ambas son parecidos e incluyen dolor de cabeza intenso, fiebre alta, rigidez en la nuca, náuseas, vómitos, lesiones en la piel. Por lo general, no hay diferencias entre las vitales y las bacterianas en cuanto a los síntomas.
Cuando hay síntomas sospechosos de una posible meningitis, los médicos, mediante una punción lumbar, confirman el diagnóstico y determinan de qué tipo se trata. Las alteraciones en el líquido de punción son específicas para una y otra, y la confirmación del tipo de germen se hace por medio de los cultivos.
El tratamiento también varía de una a otra. Mientras que en la vírica no hay que administrar antibióticos, en la bacteriana hay que hacerlo de forma inmediata.Habitualmente, el contagio se produce a través de la saliva y de la expectoración originada al toser, hablar o estornudar.
Para la meningitis provocada por las bacterias meningococo C, haemophilus influenzas b, neumococo y tuberculosa existen vacunas. Cuando un niño padece meningitis por meningococo, se administra un tratamiento a los familiares y niños con los que haya tenido contacto. En el caso de la meningitis vírica, no es posible evitar su aparición por contagio mediante la administración de un tratamiento preventivo.