Las primeras fiestas del bebé son inolvidables para los padres que ven todo de nuevo a través de sus ojos…
Ninguna imagen define mejor la Navidad que el gesto de asombro o regocijo de un niño y más aún de un bebé. Cuando todavía no ha cumplido el año y se enfrenta por primera vez a las fiestas navideñas, es como entrar en un mundo mágico.
En el living ha crecido de repente un árbol, como los de la plaza, pero lleno de luces y adornos de colores; y en un rincón hay, desde hace dos días, un paisaje minúsculo lleno de animales y de gente vestida muy rara. Todo el rato suena una música muy alegre, y papá y mamá me toman en brazos para bailar y me cantan al oído «Navidad, blanca Navidad» y canciones de angelitos y estrellas…
Y vienen los abuelos, los primos y todos traen paquetes brillantes llenos de moños, y mamá está muy feliz y dice que van a ser las mejores Fiestas de su vida y hasta llora un poquito, pero sonríe a la vez. En cuanto a los niños más grandes, parece que ya conocen todo esto y lo disfrutan a lo grande. Así tanto para mí como para ellos: ¡Viva la Navidad!