La base de una buena educación y crianza de un niño es la felicidad y el optimismo. El objetivo que debe tener todo padre es que sus hijos sean felices. Un niño feliz será un adulto con una autoestima alta, confianza y conseguirá todo lo que se proponga. La educación tiene por objeto alentar y potenciar lo mejor y más valioso del niño y del adolescente y educarle para la vida, para ser feliz y vivir de manera consciente y disfrutadora el día a día.
Desde su nacimiento debéis admirar a vuestros hijos y demostrarles vuestra estima, confianza y responsabilidad. El mejor modo consiste en implicarlos cada vez más en la vida de la familia. Educar a los niños en el optimismo beneficiará su futuro. Los optimistas saben que existen siempre alternativas y prevén los problemas. Los verdaderos optimistas se centran en las cosas que tienen y de ese modo no tienen ya tiempo de fijarse en motivos de tristeza.
El optimismo se construye día a día, no se nace con el. Requiere de una capacidad intelectual que permita aprender a dominar pensamientos de fracaso y tristeza; y una voluntad que ayude a enfrentar las dificultades y los momentos más empinados de alcanzar. Por ello debéis animarles, demostrarles vuestro amor, resolver sus dudas, contar con ellos, pasar buenos ratos con ellos, explicarles si han hecho algo mal para que aprendan a no volver a hacerlo… En definitiva, una buena educación.