Aquí os dejo la segunda entrega del cuento del Ratoncito Pérez. Si os ha gustado la primera parte, seguro que el desenlace será estupendo. Supongo que muchos de vosotros no sabéis realmente como es este cuento. Todos hemos escuchado, desde niños, hablar del ratón pérez y los dientes que se lleva a cambio de dinero.
Pero algunos de nosotros no hemos leído la historia. Si quieres saberla y contarla a tu hijo, aquí te dejo esta segunda parte. No hay nada mejor que leer antes de dormir, sobretodo para las personas nerviosas, la lectura ofrece una alternativa estupenda a muchos trucos para dormir.. a veces se coger el libro.. y zzzZZZzz hasta el día siguiente.
A los niños les pasa lo mismo, si les lees por la noche, además de fomentar la lectura en nuestros pequeños, verás que se duermen antes. Además es una buena época para pasar con nuestros hijos un tiempo de calidad, donde ellos se diviertan con sus padres. Bueno, sin más dilaciones, aquí os dejo con el cuento!
Y así fue como el ratoncito Pérez se fue haciendo famoso. Venían ratones de todas partes para que los curara. Ratones de campo con una bolsita llena de comida para él, ratones de ciudad con sombrero y bastón, ratones pequeños, grandes, gordos, flacos… Todos querían que el ratoncito Pérez les arreglara la boca.
Pero entonces empezaron a venir ratones ancianos con un problema más grande. No tenían dientes y querían comer turrón, nueces, almendras, y todo lo que no podían comer desde que eran jóvenes. El ratoncito Pérez pensó y pensó cómo podía ayudar a estos ratones que confiaban en él. Y, como casi siempre que tenía una duda, subió a la clínica dental a mirar. Allí vió cómo el doctor José Mª le ponía unos dientes estupendos a un anciano. Esos dientes no eran de personas, los hacían en una gran fábrica para los dentistas. Pero esos dientes, eran enormes y no le servían a él para nada.
Entonces, cuando ya se iba a ir a su casa sin encontrar la solución, apareció en la clínica un niño con su mamá. El niño quería que el doctor le quitara un diente de leche para que le saliera rápido el diente fuerte y grande. El doctor se lo quitó y se lo dió de recuerdo. El ratoncito Pérez encontró la solución: «Iré a la casa de ese niño y le compraré el diente», pensó. Lo siguió por toda la ciudad y cuando por fin llegó a la casa, se encontró con un enorme gato y no pudo entrar. El ratoncito Pérez se esperó a que todos se durmieran y entonces entró a la habitación del niño.
El niño se había dormido mirando y mirando su diente, y lo había puesto debajo de su almohada. Al pobre ratoncito Pérez le costó mucho encontrar el diente, pero al fin lo encontró y le dejó al niño un bonito regalo. A la mañana siguiente el niño vió el regalo y se puso contentísimo y se lo contó a todos sus amigos del colegio. Y a partir de ese día, todos los niños dejan sus dientes de leche debajo de la almohada. Y el ratoncito Pérez los recoge y les deja a cambio un bonito regalo.
foto: lisboncentralspanish