La piel del bebé es muy sensible y, por eso, antes de estrenarla conviene lavarla para evitar el traspaso de microbios y químicos que pueden haber sido utilizados en su elaboración. El lavado debe hacerse con un detergente liquído para prendas delicadas, que son más suaves.
Pero, lo realmente importante es el aclarado. Hay que evitar que en la prenda queden restos de detergente que puede producirle reacciones alérgicas o irritaciones. Por eso, es preferible utilizar la lavadora, ya que en ella el aclarado es mucho mejor que si se hace a mano.
No es recomendable utilizar productos anticalcáreos, suavizantes ni blanqueadores. Para eliminar las manchas de leche que quedan tras el lavado, lo mejor es poner la ropa a secar directamente al sol. Por último, siempre hay que planchar la ropa del bebé porque el calor elimina los gérmenes que pudieran tener.