El del cariño: Empieza el día con una sonrisa, un beso y alguna caricia en lugar de gritar porque se le hace tarde.
El de la rutina: Establece desde muy pronto una rutina diaria que permita fomentar hábitos básicos: comida, sueño, orden, respeto, responsabilidad,….
El de la disciplina: No tengas miedo a corregir. Los padres son la autoridad y los puntos básicos de disciplina no son negociables.
El de la coherencia: No cometas el frecuente error: estoy de buenas, se lo permito; estoy de mal humor, me enojo, le regaño y le castigo porque me desobedecen y no hacen lo que yo quiero a la primera.
El del apoyo: Reconoce los esfuerzos que haga el niño. Si no logra el objetivo deseado, ayúdale a conseguirlo tantas veces como sea necesario.
El del respeto: No hagas con el niño lo que no te gustaría que hicieran contigo. No le pegues, ni le grites, ni le zarandees. Ellos tienen los mismos derechos que tú.
El de la individualidad: Evita hacer comparaciones entre hermanos. Cada niño es único y tiene sus propias cualidades. Ayúdale a que se compare consigo mismo y se de cuenta de su propio progreso.
El de la unión: Fomenta la convivencia familia lo más que puedas entre semana y dedica los fines de semana a hacer actividades que involucren a todos.
El de la independencia: Ayúdale a tomar sus propias decisiones que le permitan libertad de elección. Si le dices, “pero yo prefiero que….”, ya no le estás enseñando a elegir. Alguien elige por él.
El de la confianza: Si piensas que tu hijo no va a conseguir algo, no lo conseguirá. Si le enseñas a dar pequeños pasos, logrará sus objetivos.