Aunque en los últimos años ha ido aumentando progresivamente la conciencia de que debemos proteger nuestra piel, y especialmente la de los más pequeños, frente a la acción de los rayos solares, solemos olvidarnos de ello cuando simplemente vamos a dar un paseo o llevamos a los peques a jugar al parque. No caigas en ese error, el sol es posiblemente el principal enemigo de tu pequeño durante el verano. Recuérdalo y protégelo siempre que vaya a estar durante un tiempo al aire libre.
Recuerda que:
- Si tu hijo tiene menos de seis meses no debes exponerlo al sol, ya que su piel es extremadamente sensible y además es posible que no tolere los productos químicos que contienen los protectores solares.
- Vístelo con telas tupidas, que le cubran el cuerpo: pantalón y camiseta de tejidos naturales y un sombrero con ala que le proporcione sombra a la cara a la vez que le protege las orejas y el cuello.
- Si aún está mamando debes cuidar que se mantenga hidratado. Aunque no es necesario que le des otros líquidos, tú si deberás consumir frutas y verduras, y beber al menos dos litros de agua diarios. Si se alimenta con leche maternizada, es conveniente que incorpores otros líquidos a su dieta.
- Siéntalo siempre a la sombra o debajo de una sombrilla.
- Aumenta la exposición al sol de forma progresiva. En pieza con sólo 10 minutos y no superes un máximo de media hora diaria.
- No dejes que se duerma bajo el sol. Es mejor que se mueva y juegue. Refréscale la cabeza y el cuerpo con agua y haz que beba mucha agua
- Mantenlo a la sombra entre las 11 y las 16 hs, ya que son las de máxima intensidad solar
- Cómprale unas gafas que le protejan contra los rayos UVA y UVB. Además resguardarán sus ojos del polen y de otros irritantes.
- Recuerda que los rayos solares pueden ser perjudiciales incluso en los días más nublados, así que aplica crema solar siempre que juegue en el exterior.