¿Cómo lograr que un niño coma lo que le conviene a su salud, y que esto sea al mismo tiempo lo que le gusta? Con un poco de habilidad, todo puede conseguirse.
–Tan pronto el niño comience a comer alimentos sólidos, introduce los vegetales: zanahorias, bróculi, remolachas… sin sal ni azúcar.
–Ofrece a tu niño, desde el comienzo, una gran variedad de alimentos, para que pueda paladear y reconocer diferentes sabores.
–Sirve jugos que sean 100% de fruta pura, pero solo durante las comidas, porque los niños podrían aficionarse al sabor dulce de los jugos y quizás quedar satisfechos con ellos, y entonces rechazar la comida. Si están comiendo en un restaurante, permítele al niño que tome un sorbo del jugo cuando lo traigan, pero que tome el resto a través de la comida.
–Siempre que sea posible, permite que el niño coma con sus padres. Eso los anima a comer más, con mejores modales, y esa unión, por supuesto, como toda actividad conjunta, fortalece los lazos familiares.
–Si comen fuera, evita seleccionar en el menú los «platos para niños», que no suelen ser bastante nutritivos. Elijan restaurantes en los que el niño pueda comer lo mismo que comen los adultos, en las proporciones adecuadas.
–El buen comer en casa comienza con una compra bien planeada. Prepara cuidadosamente la lista que van a llevar a la tienda y ajústate a comprar solo lo que está escrito. No empiecen a añadir papitas, galletitas o chocolates de los estantes por donde vayan pasando. Esto se debe a un razonamiento muy simple: si no lo hay en la casa, no lo pueden comer. Tengan presente las frutas, los vegetales, los granos enteros y otras fuentes saludables de proteína.