El recién nacido ya está aquí y no tienes ni un minuto para ti misma. Comienza el temido puerperio; esta es una etapa en la que habrá de superar muchos obstáculos. Entre el cambio de pañal, los biberones, la lavadora,… tu vitalidad pende de un hilo a punto de romperse. No lo negamos, tener un bebé es la experiencia más maravillosa del mundo pero también es la más estresante, en contraposición. Y es que, sin duda alguna, lo bien que te apañes se reflejará en él. Como bien sabes, cuanto más continuado sea tu sueño, más centrada estarás y mejor te las arreglarás.
– Céntrate en la unidad familiar y no te distraigas con minucias. Acuérdate de los mecanismos de control del estrés que practicaste durante el embarazo. Te serán igual de útiles.
– Dedícate tiempo para ti sola. Piensa que sólo durará unos días y que es absolutamente normal lo que te ocurre.
– Admite la ayuda de los demás.
– Expresa todo aquello que te preocupa, habla de tus sentimientos y apóyate en tu pareja o en tus familiares más cercanos.
– Intenta limitar el número de visitas y prioriza las responsabilidades.