Hoy es posible en algunos casos detectar la espina bífida en el embarazo, aunque hay que tener claro un aspecto: saber que el bebé padece ese problema no sirve para “curarle”, ya que no hay tratamiento; pero tener esta información sí que es útil para que en cuanto nazca pueda recibir atención médica inmediata. A los niños con espina bífida, a los pocos días de nacer, se les tiene que operar para prevenir otros traumas en la médula expuesta, y empezar enseguida con un programa de ejercicios.
Los medios para detectar la espina bífida en el embarazo son:
PRUEBA BIOQUÍMICA:
Se trata de analizar y cuantificar la presencia en la sangre materna de la alfafetoproteína (AFP). “Es una proteína que produce el feto y pasa a través de la placenta de la madre” Cuándo el resultado de la AFP está elevado, significa que hay un riesgo entre 1-3 por ciento de que exista espina bífida. “Es decir, en la mayoría de los casos no se encuentra la alteración”. Por lo tanto, no es una prueba excluyente, pero determina qué embarazo es de mayor riesgo y hay que realizar otras pruebas.
Este análisis sólo se puede hacer después de la semana 15ª o 16ª de gestación, dentro de la prueba que se llama “índice de riesgo”. Es importante resaltar que últimamente está aumentando el número de embarazadas que se hacen esta prueba en la semana 12ª , cuando no se puede medir la AFP. En este caso sería necesario otro análisis en la semana 15ª o 16ª.
ECOGRAFÍA:
La espina bífida es una malformación externa, por lo que el diagnóstico se realiza con la ecografía. Cuando la AFP está alterada, los ecografistas realizan una ecografía de alta resolución para buscar la presencia de la espina bífida.
Si el defecto de cierre es muy pequeño, es posible que no pueda verse ni en ésta ni en la de tres dimensiones. En general, se piensa que si es menor de 2 centímetros en el nacimiento, es imposible diagnosticarlo en el embarazo.
AMNIOCENTESIS:
Consiste en la obtención de líquido amniótico en donde se encuentran células del feto y la AFP. “En las células del feto estudiamos sus cromosomas, por lo que se puede determinar si padece una enfermedad genética. En el líquido amniótico también se puede medir la AFP, pero no es una forma de diagnosticar la espina bífida, sólo se evalúa el riesgo de que el bebé pueda tener la espina bífida.