Una vida sedentaria es la fórmula perfecta para desarrollar enfermedades y su opuesto, el movimiento, un factor clave en un estilo de vida saludable. Estar embarazada no significa estar sin hacer nada, por precaución, si no todo lo contrario. Un embarazo activo es un embarazo saludable. Con el deporte no sólo ganaremos en salud para nuestro hijo si no que, además, mantendremos nuestro peso ideal. Después del parto, una mujer puede recuperar su peso previo al embarazo sin necesidad de recurrir al sacrificio de alimentos.
Un incremento saludable de peso ayuda a que el embarazo y el parto sean más cómodos; pero si se rompe el equilibrio, la más perjudicada es la madre porque le costará más bajar las libras adicionales. La dieta de la madre embarazada debe continuar lo más balaceada posible y si no se tiene la costumbre de equilibrar entre todos los grupos alimenticios, este es el momento perfecto para incluir ese hábito.
Además de ser una forma excelente de relajar tensiones y dejar a un lado el estrés, caminando se tonifican la mayoría de los músculos y el sistema nervioso y se mejora la circulación sanguínea. También, y aunque no está científicamente demostrado, se cree que este ejercicio favorece la circulación uteroplacentaria. Es decir, que cuando caminas tu bebé recibe mejor el oxígeno y el alimento que necesita. En definitiva, come bien y manténte activa a diario.