Continuamos hablando sobre éste hermoso tema y sin duda uno de los momento más esperados, es la manifestación más bella de que una nueva vida se está gestando en tu interior. Los bebés tienden a moverse más cuando su madre está quieta, quizás incluso sea como una forma de comunicarse con ella, según refieren los especialistas que investigan la vida intrauterina.
Cuando la embarazada se coloca en una posición relajada y acaricia al bebé, le habla, o bien lo hace otra persona, especialmente si es conocida, es frecuente que aquél responda con algún movimiento. También se ha observado que se agita de formas diferentes si le ponemos música o según qué voces o ruidos oye. Hacia el final del embarazo, las famosas patadas pueden ser bastante intensas (¡el futuro bebé ya tiene una fuerza y un tamaño parecidos al de un recién nacido¡) y llegar a ser molestas e incluso dolorosas. Si miramos la piel de la madre atentamente, con frecuencia se ve salir un bulto que retrocede rápidamente.
Esto es motivo de satisfacción emocional para el padre, y de risas y diversión para cualquier chico que lo presencie, sobre todo si se trata de un futuro hermanito, ya que de esta forma comprueba que allí adentro ¡vive realmente un bebé! Al final de la gestación, el bebé tiene menos espacio, ya no da grandes volteretas, sino que desplaza piernas y brazos con movimientos más precisos y coordinados. Los períodos de actividad o de descanso del futuro bebé no tienen nada que ver con los patrones de sueño del adulto, ni con los que tendrá el bebé cuando crezca.
Si el chiquito está colocado cabeza abajo (en posición cefálica), las patadas se sienten más en la parte de arriba de la panza o en los laterales. Si está de cola, se notan mucho más en la parte baja del abdomen y pueden molestar bastante en la vejiga. La cabeza del bebé también causa una sensación según donde se encuentre, que suele ser más como una presión, ya sea en la parte baja del vientre o en la boca del estómago, bajo las costillas.