Las madres intentamos hacer lo mejor posible para nuestros hijos. ¿Nos equivocamos en algunas cosas o en muchas, pero no hay que olvidar que nadie es perfecto, estamos muy lejos de serlo?Pero seguimos connuestra descripción un poco en broma y otro poco en serio, cómo son las madres que están al borde de un ataque de nervios.
Nunca la hemos visto tranquila, sonriendo, relajada, despreocupada… Siempre anda corriendo a la carrera, nos adelanta dejando una estela de aire a su paso camino del Jardín, o de la plaza; otros días llega la última con una postura de lo más extraña, hablando por el celular a la vez que pone a su pequeño la campera.
Si nos la encontramos en la plaza, ya está en posición de salida, contando los minutos que le quedan. «No tengo tiempo», «otra vez será» y comentarios sobre el trabajo son los tópicos de su conversación. Puede que al principio la compadeciéramos, pero empezamos a sospechar que si va así, es porque quiere, y estamos cansadas de intentar establecer una conversación que nunca tenemos tiempo de terminar.
Cómo tratar con ella:
Si es una persona importante para nosotras, podemos insistir hasta conseguir mantener una conversación, y expresarle nuestra dificultad para relacionarnos con ella. Podemos interesarnos por el origen de su apuro, sin realizar diagnósticos, y ayudarla a buscar soluciones. Suelen ser mujeres muy exigentes consigo mismas y con dificultad para pedir ayuda; muchas veces llegan a esta situación sin darse cuenta de que están ahí.