Las ecografías, aplicadas al ámbito de la ginecología, permite ver los órganos reproductivos de la mujer, así como el desarrollo del feto durante todo el embarazo.
De forma habitual, se realizan varias ecografías durante todo el proceso, desde el momento que se confirma la fecundación de un óvulo hasta unas semanas antes de que se produzca el alumbramiento.
Las nuevas tecnologías se han puesto al servicio de la medicina y son de gran utilidad para el control y seguimiento de cualquier patología y, en este caso, para el desarrollo del feto.
Las ecografías en 2D, obtenemos una imagen en blanco y negro, lisa, la que se suele utilizar para obtener cualquier diagnóstico.
La ecografía en 3D nos proporciona una imagen fija del bebé con volumen. Son las ecografías tridimensionales. Con este método, podemos llegar a tener una imagen del bebé en el seno materno, casi como si se tratara de una fotografía. Aunque, siempre hay que tener en cuenta que el resultado variará según la posición del bebé dentro de la barriga.
Aquí surge la duda de si la ecografía en 3D resulta realmente efectiva. Ya que se trata de un servicio que no se incluye ni en la seguridad social ni en los seguros privados básicos, tiene un coste que puede variar en determinados casos.
La cuestión es que, si después de haber pagado por tener una ecografía 3D, resulta que no ha sido posible enfocar la cara del bebé o tenía la mano delante y se ve una imagen distorsionada, nos quedamos bastante desilusionados.
Lo que debe importarnos en realidad es que todos los avances tecnológicos sean útiles para diagnosticar cualquier problema o anomalía con la suficiente antelación, pues, la carita del bebé la veremos, seguro, al final del embarazo y no hay nada comparable a poder acariciarla con nuestras propias manos.