Los exámenes de sangre siempre están asociados a un análisis completo de orina, que proporciona otro cuadro del estado de salud de la futura mamá. Permite, por ejemplo, identificar posibles infecciones urinarias, pero también la presencia de proteínas (albuminuria), que puede indicar la posibilidad de una preeclampsia, un problema que se presenta en el embarazo y que pone en peligro la salud de la mamá y del bebé. Si se diagnostica en forma precoz, la enfermedad se puede controlar.
Precisamente por ello, los análisis de orina que se realizan durante el embarazo son constantes: el primero se efectúa cuando el embarazo apenas ha iniciado y después se repite cada mes hasta el final del mismo. El último control está previsto, en general, entre la 38a y la 40a semana.