Aunque nos lo parezca, muchas veces no existe tal problema. Lo que realmente ocurre es que algunos padres tienen la sensación de que sus hijos no duermen porque tienen unas expectativas demasiado altas de las horas que deben dormir. En ocasiones los niños se duermen mientras comen y sus padres no lo ven, y como después no hacen la siesta se creen que no han dormido en todo el día. En realidad, si haces un registro preciso de sus horas de descanso, te darás cuenta de que sí duerme lo suficiente.
Es cierto que algunos niños necesitan dormir menos que otros, pero si el global de horas de descanso es normal, debes pensar que, simplemente, tu hijo tiene un sueño diferente. En cuanto pienses así, te liberarás de la angustia de pensar que tu bebé no descansa. Es muy improbable que un bebé menor de tres meses no duerma nada de día. En principio, entre las siete de la mañana y las siete de la tarde duerme unas seis horas, en fragmentos cortos. Lo que ocurre es que a veces se queda dormido mientras toma el pecho o el biberón (sabe succionar dormido) y no nos damos cuenta.
A partir de los tres meses y hasta el año algunos niños pautan sus siestas y las reducen mucho: hacen dos cortitas y nos parece que no duermen. Y por lo general, a partir del año ya suelen hacer una sola siesta diaria después de las comidas. No obstante, algunos niños dejan de hacerla muy pronto. En esos casos es cierto que no duermen de día, pero no pasa nada si las horas de sueño nocturno entran dentro de los parámetros normales. Muy pocos bebés tienen problemas de carencia alarmante de sueño. Si existe, normalmente van ligados a pequeños problemas médicos y, cuando son más mayores, a problemas psicológicos.