Es importante que no se nos dispare la alarma cada vez que el bebé tenga un poco de fiebre. En muchas ocasiones la fiebre no afecta al estado del bebé y tan sólo actúa como una defensa del cuerpo ante una infección, ya que determinados gérmenes se eliminan mejor con temperaturas más altas.
Tenemos entendido que la temperatura normal de un niño son 37º, pero esto no es así. La temperatura no es fija, por lo que puede subir o bajar dependiendo del momento del día o de la actividad que esté realizando. Así, a primera hora del día la temperatura suele ser más baja y a última hora más alta. Después de una actividad intensa, como correr un rato, la temperatura de un niño puede subir hasta 37,7º.
Por tanto, la fiebre no requiere en todos los casos de un mismo tratamiento. Por ello, no debemos actuar como «médicos» y decidir si nuestro bebé tiene que tomar o no medicación para controlar la posible fiebre que tenga. Lo mejor es, como recomiendo siempre, acudir a nuestro pediatra y que le haga un pequeño reconocimiento.
En Ser Padres podéis obtener más información sobre la fiebre en los bebés.
