Cuando los niños son muy pequeños hacen sus dibujos sin una correspondencia entre el objeto que quieren dibujar y el color que utilizan: pueden dibujar un cielo marrón o un árbol azul y quedarse fascinados de su obra.
No debemos corregirlos, hay que respetar su espontaneidad, que es la semilla de su futura creatividad. ¿Qué habría sido de Picasso con un papá puntilloso corrigiéndolo en su taller? Después, a medida que
crecen, los niños se irán haciendo más realistas, tanto en las formas como en los colores de sus dibujos.
De todos modos, conservarán un grado de «deformación» de la realidad que debemos respetar, porque tiene una estrecha relación con su fantasía. Algunos niños se inclinan por un color mucho más que por otros. Y eso, ¿qué puede significar?
- El color que utilizan preferentemente es un indicador de su personalidad y sus sentimientos, e incluso, en ciertos casos, puede ponernos sobre la pista de alguna pequeña perturbación.
- El azul suele ser signo de tranquilidad y equilibrio, el rojo, de energía e impulsividad... Pero, ¿y si nuestro hijo prefiere repetidamente el negro, los colores oscuros y los sombreados cuando puede elegir entre muchos colores?
- El predonimio del negro puede indicarnos protesta, rebeldía, y también puede ser un signo de dolor y tristeza. Si un chico utiliza este color en ocasiones, puede ser que, simplemente, esté experimentando. Pero cuando su uso es insistente, indicaría ansiedad, agresividad o tristeza, algo que hay que evaluar junto con otros indicadores, como que tenga problemas de relación en el colegio, que se muestre violento en casa o con los amigos, que lo veamos apagado o triste, etc. También puede ser que esté pasando un momento de crisis o tensión interna, y que no se trate de nada importante.