Los berrinches o caprichos corresponden a una etapa normal del desarrollo del pequeño. Pero a la hora de enfrentar sus berrinche, rabietas o capricho, hay que tener claros algunos puntos fundamentales de la crianza:
– Probar y conocer cuál es nuestro límite de tolerancia.
– Mostrarnos seguros pero con afecto y hablándoles mucho.
– Coherencia entre mamá y papá.
– No dar dobles mensajes.
– Ofrecerles alternativas posibles que sí pueda realizar.
– Respetar su enojo sin necesidad de intervenir. Acompañándolo y dándole tiempo para que se le pase.
– Ser concretos. Cumplir y sostener lo que decimos.
– Ser constantes en la puesta de límites.
– Poner un «NO» claro.
– Firmeza: sin golpes ni castigos físicos o psíquicos. No se aprende por humillación; de ese modo sólo se los somete y se los lastima.
– Limitarlos estando nosotros tranquilos, sin gritos.
– Anticiparles cuando algo va a terminar o cuando no queremos que haga determinada cosa. Nuestra conducta y actitudes como padres serán el modelo y la forma en la cual comprenderán qué esperamos de ellos. Y desearán responder a esa expectativa por el amor que nos tienen. Aprenderán así poco a poco a socializarse, a crecer como personas autónomas, libres, con normas y reglas incorporadas para poder compartir y convivir en la sociedad que les toca vivir. Si nos manejamos con premios y castigos, sólo lograremos un adiestramiento, pero no un verdarero aprendizaje que los ayude a ser felices y libres.