La indiferencia y la dependencia van a definir los dos o tres días posteriores al alumbramiento. La mamá está deseosa por tomar decisiones, escuchando con gran interés las propuestas y recomendaciones que la puedan hacer. De este modo, está pendiente de cubrir sus necesidades y las de su recién nacido.
Este supone un nuevo período de adaptación y que, pasados cuatro días, la pareja tendrá que asumir una nueva etapa con los pertinentes cambios familiares que esto conlleva. Además, el cuerpo de la mujer sufrirá otros muchos cambios, ya que, tiene que volver al estado previo al embarazo; supone, una especie de regresión corporal, en la que el estado anímico, físico y psicológico, jugarán un papel muy importante.
De esta manera, la depresión postparto es sufrida por un elevado número de mujeres. Existe un componente físico que la causa y es, la disminución del nivel de progesterona y estrógenos. También se puede explicar por un desajuste psicológico, es decir, el ser que llevabas en tu vientre ya tiene forma concreta, reclamando atenciones y cuidados muy concretos; y, es aquí, donde aquellas fantasías que imaginabas durante la gestación, cobran vida propia. El desfase, pues, se produce del contraste entre lo que imaginabas y la verdadera realidad.
Dicho lo anterior, la duración de la depresión es bastante variable y su sintomatología más diversa, si cabe: puedes sentir unas ganas incontrolables de llorar; confusión; despersonalización; incapacidad para el cuidado del pequeño o, incluso, para realizar las tareas domésticas; dificultad para conciliar el sueño; o fatiga.
La duración no se puede estimar con precisión: puede tardar días e incluso meses en desaparecer. Y, diremos que, para vencer a las ansiedades puerperales será beneficiosa una correcta acción preventiva, esto es, preparar a la embarazada para su futura maternidad y la educación del bebé; estos aspectos la ayudarán de manera directa a asumir su nuevo rol de madre.