En los lugares donde existen aglomerciones es muy fácil perder a un pequeño, aunque siempre debemos estar atentos y no perderlos de vista, hay niños muy inquietos y otros que no se despegan de nuestras piernas, pero son muchas las tentaciones que pueden distraer a un niño.
Cómo podemos prevenirlo:
■ En los supermercados y shoppings hay muchos estímulos que lo atraen. Por eso, debemos pedirle que no nos suelte de la mano o que se convierta en nuestro ayudante: dándonos las cosas que vamos metiendo en el changuito, pidiéndole opinión sobre lo que compramos…
■ En las grandes librerías es mejor ir de la mano al principio, sin soltarlo. Cuando hayamos recorrido el sitio, hay que vigilarlo si corre por los pasillos.
■ Es importante explicarle qué puede pasar si sale corriendo sin avisar. No se trata de asustarlo, pero sí de asegurarnos de que sabe que separarse de nosotros es peligroso.
■ También hay que identificarlo: además de comprobar que sabe decir su nombre completo y el de mamá (y la dirección, si es fácil), es buno poner en su bolsillo una tarjeta con nuestro número de teléfono o colocarle una pulsera con todos los datos.
Consejos a tener en cuenta:
■ Vigilar no significa sobreproteger: Hay que estar pendientes, pero sin coartar su libertad y sus ansias de conocer. La idea es que él mismo tenga sus propios recursos y aprenda a ser autónomo.
■¿Cuatro ojos ven más que dos? No tiene por qué. Cuando ambos padres salen juntos, pueden relajarse y vigilar menos a sus hijos. Así, creyendo que el chiquito está con el padre o con la madre, el pequeño se puede despistar con más facilidad y perderse.
■El simulacro: Hacemos una dramatizadón en casa y le explicamos lo que tiene que hacer:
- No asustarse. No pasa, nada, mamá y papá volverán a buscarlo.
- No moverse del sitio.
- Preguntar a un adulto o a un guardia que vea cerca y enseñarle la identificación que lleva encima con el número de teléfono.
- Fijar un punto de encuentro: «Ves ese quiosco. Si nos desencontramos, vamos a ir a buscarte allí».
■ El reencuentro: No sirve descargar la tensión gritándole no sirve absolutamente de nada. El lo habrá pasado peor que nosotros, así que hay que abrazarlo, consolarlo y darle seguridad. Una vez tranquilos, en casa cuando todo este tranquilo hay que hablar sobre el tema, y evitar la frase: «Yo te lo dige», sin duda que los hará sentirse peor. Lo mas seguro es que haya aprendido la lección.