No sólo las épocas de bajas temperaturas son causa de resfríos y catarros. Los cambios climáticos bruscos o las épocas en que las temperaturas tienen amplias variaciones en un mismo día, son motivo de preocupación y alerta. La tos y el catarro infantiles resultan un verdadero dolor de cabeza para los padres, en especial porque pueden presentarse en cualquier momento del año.
Muchas veces pueden ser causados por virus respiratorios, o comienzan por un pequeño resfrío que luego desciende por las vías respiratorias produciendo inflamación bronquial. La aparición de la tos en un niño normal y bien alimentado, es la mejor manera de expulsar las flemas. Muchas veces se habla de “resfríos mal curados” como algo de cuidado, lo cual no es así, lo que si puede haber es un catarro mal tratado.
Sus consecuencias no suelen ser graves, pero la prolongación innecesaria del cuadro puede producir infección bacteriana, aparición de fiebre, bronquitis, etc. Además las flemas se van espesando, y al niño se le hace más difícil eliminarlas, prolongando el proceso que le impide dormir y comer bien debido a las molestias, con lo que esto puede acarrear.
En la mayoría de los casos el catarro bronquial suele ceder en forma espontánea, no necesitando por lo tanto medicación. Pero antes la presencia de secreciones bronquiales muy abundantes, difíciles de eliminar, lo indicado es iniciar un tratamiento para fluidificarlas. Se recetan mucolíticos y nebulizaciones. Sólo una tos invalidante (que no permite dormir de noche), justifica que se administren remedios para cortarla.