Siempre hemos destacado lo beneficioso que es alimentar a nuestro bebé con lactancia materna, desde su nacimiento. El único motivo por el que no darle leche materna es debido a algún problema que tenga la madre. De lo contrario, si todo está bien, es lo mejor ya que se beneficiará de múltiples propiedades. Conforme va creciendo nuestro hijo, en torno a los seis meses de edad, hay que ir metiéndole otros alimentos. Comenzaremos dándole agua, metiéndole algunas verduras, frutas… Así, hasta llegar al año que será cuando nuestro bebé pueda comer de todo.
No hay nada más beneficioso que acostumbrarle a comer de todo, ya sea pescado, carne, verduras, legumbres… y es que no hay nada más sano que una alimentación equilibrada. A partir de los seis meses, cuando queremos que nuestro bebé empiece con la introducción de sólidos y que vaya dejando el pecho, es muy difícil que acepte una papilla de fruta en lugar de la leche materna, que alimenta mucho más. Los bebés cuando ven comer a sus padres suelen coger trozos de comida con sus manitas. La introducción de sólidos puede ocurrir a los seis meses o después: muchos bebés no quieren nada más que el pecho hasta los diez meses o más. No hay que preocuparse, ellos comen según sus necesidades.
Un correcto paso de la leche a la papilla es el primer requisito para enseñar al niño una sana relación con la comida. No se trata sólo de habituarse a los nuevos gustos, sino de afrontar cambios que le afectan física y psicológicamente.