Aun cuando no es una enfermedad en sí, la sequedad de la vagina provoca picazón, ardor y molestias durante las actividades cotidianas y a la vez dificulta las relaciones sexuales, que incluso pueden llegar a ser dolorosas. Esta dificultad puede ser también puerta de entrada a diferentes infecciones, debido a que la zona tiende a presentar una fuerte inflamación.
La sequedad vaginal es un problema que todas las mujeres experimentan en algún momento de sus vidas, suele ser más común en la menopausia. Las causas que la producen son varias y conocidas: el período postparto, durante la lactancia, son algunas de ella. En la mayoría de los casos, el síntoma de sequedad obedece a un cambio hormonal: déficit de estrógenos.
Las terapias que solucionan esta dolencia apuntan a equilibrar el desequilibrio hormonal. El reemplazo hormonal puede ser local, por vía oral (comprimidos) o parche dérmicos; también se indica el uso de lubricantes locales. Siempre el tratamiento a seguir dependerá de la causa de este problema. Durante el postparto y la lactancia, mientras no se regularicen las reglas y exista sequedad, sólo se utilizan lubricantes.
Sin embargo, durante la menopausia, se indicarán lubricantes y reemplazo hormonal, siempre y cuando no exista otro tipo de contraindicaciones. De todos modos, este es un proceso largo, y para que sea exitoso, es necesario no suspender la medicación. La mayor parte de los médicos recomienda a las pacientes que sufren este inconveniente, que aumenten la frecuencia de sus relaciones sexuales, ya que los investigadores creen que (aún en mujeres postmenopáusicas) aquellas que permanecen sexualmente activas, tienen una mayor lubricación vaginal.