Este síndrome es escasamente conocido. Sin embargo, muchos niños con daños cerebrales de distinta índole, son diagnosticados bajo esta denominación.
Según la Unidad Docente de Matronas de la Escuela Universitaria de Ciencias de la Salud, de la Universidad de Granada, zarandear a un bebé o, lo que es lo mismo, agarrarlo por los hombros o los brazos moviéndolo con extrema violencia durante los primeros meses de su vida, puede provocarle graves secuelas y daños cerebrales. Muchas veces se realiza este hecho para que el propio niño deje de llorar y se calme, desconociéndose las tremendas consecuencias.
La profesora de la investigación, Concepción Ruíz Rodríguez, explica que el «síndrome del bebé zarandeado» puede producir múltiples lesiones que, en la mayoría de los casos, no son evidentes externamente. Y es que, que el daño cerebral sea más o menos grave, dependerá de la intensidad, frecuencia y duración del zarandeo. De esta manera, puede que el pequeño tan solo sufra alteraciones leves, como temblores, vómitos, irritabilidad, letargo o pérdida de apetito; o, por el contrario, que llegue a padecer otras más severas, lesiones oculares y fracturas óseas, entre otras.