Esta secreción sebosa llamada costra láctea que aparece en forma de pequeñas costras amarillentas en el cráneo es bastante corriente, aunque no todos los bebés la tienen. Aparece porque en los primeros meses de vida, su piel es especialmente grasa. En principio no debería hacerse nada ya que, en la mayoría de los casos, estas escamas desaparecen espontáneamente.
PERO SI SE DISEMINA o crece de volumen, vale la pena actuar. La mejor opción es masajear suavemente la zona afectada con unas gotas de aceite de oliva, almendras o aguacate para que las costras se ablanden y caigan. Cambiar de champú y usar una solución jabonosa menos fuerte que no le reseque la piel es importante, así como aclarar concienzudamente para que no le queden restos. Procurar que el bebé no sude también puede ser de ayuda, porque con el calor las costras pueden agravarse, así que conviene mantener el cuero cabelludo frío y seco.
NUNCA SE DEBEN RASCAR con las uñas ni frotar con la punta de los dedos. Tampoco le conviene un lavado diario porque así podría incrementarse la sequedad y la irritación. Lo mej or es dejar que vayan desprendiéndose solas. Aun así, se le puede peinar el cabello cuidadosamente cuando estén blandas y desenganchadas. De todos modos, si persisten no está de más consultar al pediatra por si es síntoma de otro problema.