Existen diversas circunstancias en las que es necesario que la madre se extraiga ella misma la leche por medio de masajes o con un sacaleches:
- Antes de la toma, cuando el pecho está tan tenso que el bebé no puede cogerse.
- Después de la toma, si en casos de congestión mamaria persiste el dolor, a pesar de corregir la postura y permitir que el bebé mame libremente.
- Si se desea seguir dando leche materna al incorporarse al trabajo.
- Para alimentar a un recién nacido que no es capaz de mamar.
- En interrupciones temporales de la lactancia (enfermedad de la madre o del niño, compromisos sociales de los padres), para que se mantenga la producción de leche.
- Para mantener una reserva congelada que permita a la madre ausentarse, sin temor a un retraso imprevisto.
Es importante que todo el proceso se efectúe en un ambiente cómodo y agradable, con objetos que recuerden al bebé para que se produzca oxitocina, la hormona que estimula la producción de leche. Antes de la extracción, es aconsejable realizar un masaje suave sobre el pecho. En todo caso, el masaje no debe causar ningún dolor ni enrojecer la piel. Por eso, muchos profesionales recomiendan utilizar sólo las puntas de los dedos y no las manos, presionando con ellos el pecho con movimientos circulares, acercándose en espiral hacia la areola de forma similar a la que se emplea para el auto-examen de los pechos.
Algunas madres empiezan por ponerse unas compresas o darse un baño en agua caliente, durante el cual se dan el masaje. En general, es al menos tan eficaz como el sacaleches y, además, es el método que habitualmente se empleará en extracciones imprevistas, de modo que es conveniente conocer la técnica. La leche materna recién obtenida puede mantenerse de 10 a 12 horas a una temperatura ambiente de entre 19°C y 22°C, pero si no se va a consumir en la primera hora, es mejor guardarla en la nevera.
Siempre que se actúe con una limpieza escrupulosa, puede conservarse sin congelar durante un día o dos en un frigorífico normal. Para transportarla, conviene hacerlo en una nevera portátil o en una bolsa isotérmica con paquetes de hielo o acumuladores de frío. La leche materna puede conservarse entre dos semanas y seis meses, según la temperatura a que se congele. En el envase se hará constar siempre la fecha de preparación.
Imagen: de mare a mare